Blues - funk
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Bobby Rush, nacido como Emitt Ellis Jr. (Luisiana, 1940- fue uno de esos chicos sureños envueltos en el éxodo rural que llevó a miles de personas a ciudades como Chicago, donde la comunidad afroamericana se reivindicaba como un actor clave en el desarrollo cultural del país.
A pesar de que su primer éxito data de 1971 -con Chicken Heads-, Rush es un testigo privilegiado de una época mágica que sirvió de nexo entre el blues tradicional y el incipiente soul de principios de los sesenta y aportó su grano de arena para grabar la banda sonora de la segunda mitad del siglo XX. El reconocimiento a su trabajo llegó en los noventa y culminó con una nominación al Grammy en el 2000 por su disco Hoochie Mama. Hoy actuará en el Festival de Jazz de Pontevedra (A Ferrería, 22.30 horas). Bailarinas, soul-funk y una irreverente puesta en escena forman la carta de presentación de este hijo de predicador que asegura ser el «real deal», el auténtico.
Entrevista con Bobby Rush.
-¿Qué veremos en su concierto?
-Podréis ver lo auténtico, el mejor espectáculo de blues del mundo. Llevo muchos años tocando, pero la gente, por alguna razón, no me conoció hasta hace unos años. Creo que no estaba ni en el sitio ni en el momento adecuado.
-¿Qué influencia tuvo un padre predicador en que usted se dedicase a la música?
-Mi padre predicaba en varias iglesias del vecindario. Yo solía ir y lo sigo haciendo, pero nunca canté dentro del coro. Sin embargo, cantaba en la iglesia y los feligreses y el propio coro me seguían, en todo tipo de música.
-En una ocasión describió su estilo como «folk-funk», ¿Qué quería decir?
-Yo lo hago todo, folk-funk, blues-funk e incluso algo de comedia. Mi espectáculo va directo a las raíces del blues, a los campos de algodón donde trabajé de niño. El folk-funk creo que es simplemente la música tradicional sureña que se presenta ahora como una gran fiesta.
-Empezó su carrera rodeado de figuras como Elmore James, al que acompañó en varios conciertos.
-Sí, fue hace 50 años. Yo era un simple jovenzuelo, no tenía más educación que la del trabajo duro y tocar blues. Cuando conocí a Elmore y toda la gente del blues empezó a aceptarme como músico las cosas cambiaron. Fue muy importante para mí ver que esa gente respetaba mi modo de tocar.
-En la década de los veinte, la ciudad del jazz era Nueva Orleans, en los treinta Nueva York y el «swing», pero en los cincuenta el sitio donde había que estar era Chicago. ¿Qué recuerda de esa época?
-Chicago era simplemente el sitio para vivir los cincuenta. Estás en lo cierto. Me mudé y viví allí durante 43 años. Fui a Chess Records y Muddy Waters y Little Walter ya estaban allí. En el 53 o 54 vinieron Chuck Berry y Bo Diddley. Luego, en el 55, Etta James y en el 57 llegó Buddy Guy, por nombrar solo a unos cuantos. También Jimmy Reed y John Lee Hooker estuvieron por la ciudad continuamente. Fueron los años dorados del blues, no creo que vuelva a haber tan buenos músicos como en esa época. No sería el artista que la gente conoce si no hubiese tocado con músicos como Muddy, Walter y esa gente.
Bobby Rush músico
«Mi espectáculo va directo a los campos de algodón donde trabajé de niño»